Polkas en Barcelona

Viva Correos.

Polka de Torrelavega

Y Telégrafos. 721 km de alegría.

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Rasmalai de Ambala

Hace ya tiempo hablé de este delicioso dulce indio, uno de mis preferidos. Entonces mostré el que te sirven en mi curry favorito en Londres. Pues he vuelto a uno de los sitios donde sabes que siempre te espera una cajita deliciosa, Ambala, y lo mejor es que te la puedes llevar a donde tú quieras. Así, tomar rasmalai en Barcelona se convierte en algo secreto, furtivo, archiexquisito, y el placer se increnta más aún porque sabes que, cuando se acabe la última cucharada de cremita, el próximo rasmalai está a miles de kilómetros, a meses de distancia.

Rasmalai de la pastelería Ambala

El rasmalai son unas pelotitas, como el popular rasgulla, remojadas en una crema de leche reducida con pistacho y azafrán (o agua de rosas).

Rasmalai de la pastelería Ambala

El rasmalai de Ambala es muy cremoso, y las pelotitas siempre se acaban antes de que te des cuenta. Esta es una de las cosas por las que merece la pena invertir en una bolsa térmica y unos buenos tuppers para cuando viajas por ahí.

*Este es un dulce indio de la familia de los húmedos, para ver algunos dulces indios secos, mira aquí.

**Estamos de suerte, acabo de mirar en la web de Ambala, y he visto que han bajado sus tarifas de entrega en España, ahora «sólo» te cobran 30 euros.

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Primer Gran Concurso Dan Lepard (2-GrandesPremios-2)

Ya he contado otras veces como el e-mundo tiene cosas maravillosas. Pues hoy me enorgullezco de presentar el Primer Gran Concurso Dan Lepard, auspiciado por Burton Taylor, con 2-Grandes Premios-2.

El azar ha querido que QJones, cuya indecible generosidad le honra, tenga un ejemplar de sobra del fantástico libro «The handmade loaf», de Dan Lepard, del que tanto (a veces creo que demasiado) he hablado en este blog. QJones ha sugerido que mi blog sirva de plataforma para regalar el libro, ya que muchos de los visitantes estáis interesados en hacer pan. Finalmente, y para que la cosa sea más ecuánime, hemos decidido hacer un concurso-acertijo-sorteo para que nadie tenga ventaja y para que no haya que juzgar ni valorar las opiniones/recetas/ideas/fotos de los demás.

Las bases del concurso son muy sencillas. El acertijo es adivinar el peso, en gramos, del libro de Dan Lepard (no vale ir a una librería y pesarlo, ni llamar a algún amigo que lo tenga; allá cada cual con su conciencia). Es más, hay que adivinar el peso del ejemplar que QJones os ofrece, el de esta foto (que él me ha mandado y que, por cierto, difiere del mío). El que más se acerque al peso exacto (sea por encima o por debajo) se lleva el libro.

Tenéis una semana, hasta el próximo jueves 31 de enero, para mandar un email a tequedasacenar@googlemail.com con vuestra respuesta. En caso de empate entre dos, se tirará una moneda al aire. ¿Cúanto pesa el libro?

Sumándome a la generosidad y buena fe de QJones voy a dar el premio de consolación. Para el segundo tengo un ejemplar de la guía de panificación (coordinada por Dan Lepard) que regaló el diario Guardian a finales de 2007. Es una guía de 50 páginas con muchas recetas, técnicas y consejos de Dan Lepard, además de otras recetas de repostería.

¡Animaos a participar! El 1 de febrero publicaré la fotografía original con la cifra en el peso de QJones y se desvelará el misterio. Haremos pública la e-identidad de los ganadores y enviaremos los libros a los afortunados.

* Por una cuestión de cierta lógica, que espero que entendáis, he decidido restringir la participación a direcciones de envío en España. QJones ha demostrado su generosidad al ofrecer el libro de manera absolutamente desinteresada; no me parecería bien que al pobre le tuviera que costar mucho dinero el enviarlo a un hipotético ganador en tierras lejanas. Imagino que lo entenderéis. No obstante, espero que haya otros Grandes Concursos en ¿Te quedas a cenar?, así que habrá otras oportunidades. En cualquier caso, os animo a todos a participar (incluso si estáis en Marte), aunque sea por la mera honrilla.

** Os aconsejo que uséis todo tipo de cifras (no sólo números redondos), incluídos los decimales, así hay mas variedad de números y podéis tener ventaja en caso de empate.

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Cena británica

Una de las cosas que más echo de menos del tiempo que pasamos en Londres es la comida. Así que la semana pasada, que tuve que ir a Londres un par de días, me traje una cenita de las buenas, hecha con cuatro buenas cosas que añoraba.

Cena britanica

Si hubiera estado en Alemania, echaría de menos la comida alemana (que también echo de menos). Pero es que, además, en Londres se concentra la mayor cantidad de comidas de todos los sitios que yo he visto nunca. Así que echo de menos su comida y las comidas de otros que Londres te da.

En mi blog siempre he defendido la comida británica, que tan (e inmerecida) mala fama tiene. Creo que, entre otras cosas, es por esa falsa familiaridad que tenemos con la cultura británica (por la ubicuidad del inglés) y que no tenemos con otras culturas con cocinas igualmente lejanas como la noruega o la danesa (nadie critica estas cocinas, por desconocimiento, imagino). Yo tengo esta teoría mía de que los británicos son el último pueblo escandinavo, pero ellos no lo saben. Así que su comida tal vez tenga más que ver con la de aquellos pueblos que con la de la cercana Francia, que nos es más próxima.

Los británicos tienen unos alimentos de muy buena calidad. Tienen grandes frutas y verduras; lo que pasa es que no son nuestras frutas y verduras. Pero sus chirivías y sus apionabos hacen unas sopas invernales inmejorables; su variedad y calidad de manzanas hacen enrojecer al sotacaballoyrey que se encuentra en la mayor parte de los supermercados españoles; y su cosecha estival de bayas es impresionante, las fresas de Hertforshire, Essex o Escocia tienen un sabor simplemente inmejorable (¡¡¡y el ruibarbo!!!*). No gozan de la variedad de la huerta española, pero lo que tienen es igual de bueno.

En Barcelona hay una oferta maravillosa de comida, pero no se pueden encontrar los productos a los que me acostumbré allí. El queso inglés, por ejemplo, es tan desconocido en España como el queso español en Inglaterra. El único cheddar que nos llega es de una calidad lamentable, y poco nos hace imaginar el nivel que ese queso puede alcanzar. El auténtico cheddar (como el Lincolnshire Poacher) está en mi olimpo de quesos y se tutea con el mejor Camembert, Appenzeller o queso Picón de Tresviso.

Bueno, pues me he escapado a Londres brevemente y me traído esta cenita. Se pueden ver dos quesos extraordinarios, un blue vein de la granja Denhay, en Dorset (con el tiempo de maduración a este queso sin pasteurizar le aparece de manera natural una «vena» azul), y un Stilton de la quesería Colston Basset, en Nottinghamshire. Buenos acompañamientos para el pan de St. John.

Unos filetes de caballa ahumada con trozos de pimienta negra. Estaba ahumada en caliente, así que la superficie se había secado, pero el interior estaba jugosísimo y guardaba todo el sabor de la caballa y el toque del ahumado.

Para acompañar al queso, un poco de pickle Branston, uno de los más consumidos allí; en nuestra cultura posiblemente choque mezclar un buen queso con un pickle o un chutney de sabores afrutados y agrios (aunque lo tomamos a veces con membrillo o uvas), pero es otra manera de enfocar el queso, te abre las puertas a una nueva gama de sabores. Para el pescado, un poco de salsa picante (muy picante) de rábano de la marca The English Provender, la que más rábano tiene. Es difícil encontrar salsas de rábano que no estén llenas de mahonesa o crema.

Todo ello mojado con una ale de Newcastle. Esta cerveza tiene un curiosa historia, ya que la Unión Europea le había reconocido su calidad y carácter con una designación de origen protegido, pero la cervecera se paso de un lado del río Tyne al otro, y por no estar en el mismo municipio le fue retirado el reconocimiento. La ale es otra cosa que echo de menos (¡aunque esta de Newcastle se puede comprar en Carrefour!) pero está bien que algunas cosas permanezcan en su sitio, es parte del encanto.

Estos quesos y cosas están en mi recuerdo de sabores y, en cierto modo, me gusta que estén lejos y sea difícil conseguirlas.

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Pera y barfi

Esto es pera.

Pera, dulce de Bangladesh

Es mi dulce indio favorito (bueno, realmente es de Bangladesh). Está hecho con un concentrado de leche, harina de garbanzo y azafrán. Es muy difícil explicar como sabe a alguien que no lo ha probado (igual que estas navidades cuando intentaba explicar un mantecado a una holandesa). Cuando está fresco su textura es cremosa, aunque ligeramente harinosa, y su sabor es muy intenso. Lo primero que notas es un dulzor cremoso y luego llega el sabor nítido del azafrán. Es de la pastelería Ambala, y cada vez que lo como me deja speechlees (porque siempre lo he tomado en Londres, claro). Bueno, tal vez suelto un «mmmmm». Sorprendentemente, a este pera de la foto lo ilumina la luz de Barcelona.

Y esto es barfi.

Barfi, dulce de Bangladesh

Otro de mis dulces indios favoritos. Este es algo más seco que el pera, aunque depende de dónde lo compres, claro; lo hay en versiones más reconcentradas o más cremosas. El de la imagen tiene cardamomo, azafrán, almendra y pistacho. Pero el barfi se hace de muchos sabores y texturas: con anacardos, con coco, con almendras, etc. Tal vez si te imaginas comer un mantecado muy cremoso, aunque sólido, que haya sido hecho con mucha leche condensada y tenga todo el aroma de la India, podrías llegar a hacerte una idea muy (muy) remotamente.

Siempre que tomo un pera mi vida es más bonita.

Cuando vine a Barcelona me alegró ver la cantidad de pastelerías indias que hay (sobre todo en el Raval), pero estoy un poco decepcionado porque la calidad de los dulces que he tomado, hasta el momento, no ha sido muy buena. Sobre todo parecen estar siempre poco frescos y el sabor es algo rancio las más de las veces. Sigo buscando.

* Estas delicias están en la gama «seca» de los dulces indios; otro día hablaré de la gama «húmeda», que es muy popular entre los indios.

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Pan de St. John, Londres

Siempre hay algo exquisito dentro de esta bolsa.

Siempre hay algo bueno en una bolsa de St. John

En este caso, es pan sourdough de trigo. Sin duda uno de los mejores panes que he comprado.

Pan de la panadería St. John, Londres
Pan de la panadería St. John, Londres

3.20 libras esterlinas te compran esta maravilla. Una masa muy ligera y llenísima de sabor. Con el toque justo de amargor, y la textura rústica y abierta del pan de pueblo ideal. Este es el pan en que pienso cuando amaso.

St. John es un sitio curioso, es realmente un restaurante, pero te puedes colar al mostrador de panadería y comprar su excelso pan o sus increíbles Eccles Cakes.

Si vais a Londres, pasad por St. John, ya sea a comer (su entrante de tostadas de tuétano, su cochinillo, sus chuletas de cordero, toda su casquería) o simplemente a por pan. Puede que sea el dinero mejor gastado en esa ciudad.

*Sí, sigo sin horno, pero es una delicia consolarse así.

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Cream Tea en Barcelona

El cream tea es una costumbre de la zona que los ingleses llama el West Country, o sea el sudoeste de allí; las regiones de Cornualles, Devon y Dorset, entre otras. Pero el cream tea es mucho más, el término hace referencia a unos ingredientes especiales, pero también a una manera de hacer, a una predisposición e incluso a un estado de ánimo. Es una experiencia que todo amante del té y las buenas cosas debería probar.

Cream Tea en Barcelona

El cream tea se toma en el jardín en las lángidas tardes del verano en el sur de Inglaterra; «Cream Teas in the garden» anuncian con carteles muchos establecimientos que son simplemente casas particulares donde una encantadora señora inglesa te atiende gustosa en su jardín y te ofrece sus mejores productos caseros y un poco de charleta, small talk que le llaman. En el inclemente invierno inglés, cuando el tiempo se vuelve miserable [‘mɪzərəbəl], lo mejor es disfrutarlo en una tea room, mirando al Atlántico.

Todo el ritual que compone y rodea al cream tea es delicioso y exquisito, uno no puede impedir que expresiones como «Oh, dear» fluyan naturalmente mientras se demora en el éxtasis gastronómico. Para esto los ingleses, que son muy listos, inventaron el verbo to linger, que en su sentido positivo es demorarse, tardar en desaparecer. Yo añado que uno «naturally wants to linger over a cream tea» pero que también el «cream tea lingers for days if not for years in one’s memory». Pero vayamos al cream tea en su aspecto más culinario.

Basicamente se compone del sublime acompañamiento para una buena tetera; unos scones bien untados con clotted cream y mermelada de fresa (incluso con las fresas frescas que el verano británico regala). Los scones son como panecillos abizcochados de forma aplastada; la clotted cream es una nata concentrada de textura y sabor superlativos e inexplicables; el condado de Essex se encarga de la mermelada de fresa (si tienes hambre, mira para otro lado ahora).

Cream Tea - Scone con clotted cream y mermelada de fresa

Esta es la forma clásica de tomarlo (hay quien invierte el orden de la crema y la mermelada), pero a mi siempre me gusta tomar uno solo, con excesiva clotted cream, para impregnarme del indescriptible sabor de esta nata.

Scone con demasiada clotted cream

La clotted cream se concentra de manera suave hasta tener una consistencia casi sólida y una característica textura sedosa que es inolvidable. De manera natural se le forma una costra amarillenta. Gladstone, el cuatro veces primer ministro del Reino Unido, dijo que era «alimento de los dioses».

Clotted cream

La de la imagen es orgánica, de la marca Rodda’s, de Cornualles, me consta que ha sido la clotted cream de palacio. Una de las muchas cosas maravillosas que tiene la clotted cream es que viene en botes de 113 ó 227 gramos, o sea 4 y 8 onzas; eso es parte de su encanto.

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