Quesucos de Liébana

Estos pobres se habían quedado olvidados al fondo de la nevera, así que fue necesaria una operación de rescate. Tenía una selección de varios, por lo que pude salvar de uno y de otro para hacer una pequeña tablita.

Quesucos de Liébana

Es otro gran desconocido queso de Cantabria. En la imagen: de oveja, vaca, cabra y mezclas. Cuando es joven tiene ese toque como «cálcico» y cremoso, al envejecer me recuerda vagamente a otros quesos maduros, como el Manchego o el Idiazabal.

Decir la palabra «quesuco» es bello; «quesuco de Liébana» es aún más bello. Se te llena la cabeza de recuerdos de los valles: de Polaciones, de Cabuérniga, del aire de los Picos, de Santa María de Lebeña, verdi país la tierruca.

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Vainas a la gallega

Con esta broma, a la gallega o bien a feira, nos referimos a la manera en que más tomamos verdura en casa: simplemente cocida con aceite, pimentón y sal.

Vainas a la gallega

Lo que más tomamos es col, pero también unas vainitas o cualquier otra verdura cocida sin más. Desde siempre consumimos muchísimo pimentón, sobre todo de La Vera, especialmente la variedad agridulce vuela a una velocidad de vértigo. Pero hay días en que el pimentón de Murcia es sencillamente perfecto; afrutado, dulzón… Después de acabar el plato de vainas aún me tomé un poco más de pimentón, a cucharadas.

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El pan de Bach

Este es el pan de Bach; Magnificat anima mea Dominum.

El pan de Bach
El pan de Bach

Hace ya tiempo que andamos dándole vueltas y más vueltas a los dos grandes asuntos de la vida: el pan y Bach.

Pues finalmente lo he conseguido, los he podido mezclar: pan por Bach, alimento para la tripa por alimento para el alma. Este pan me llevó a ver el Magnificat, es algo bello que me llena de ilusión y me devuelve la fe en nuestra civilización.

Lo mezclé, amasé y horneé a lo largo del día pensando en Bach. Por la noche, me fui a Vilafranca del Penedés y estuvo allí, quietecito, en silencio, a la escucha. No tiene que ser mala cosa (para una hogaza) que lo último que escuches sea Bach.

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Lunchbox – Albóndigas

Las albóndigas que me voy a comer hoy.

Albóndigas

Ayer por la noche llegué a casa tarde y cansado, venía de un sitio fantástico (sigo con interesantes proyectos de los que pronto hablaré), y me llevé una gran sorpresa al ver una hermosa cazuela blanca llena de pelotitas, felices en su salsa. Creo que han estado en mis sueños, esperando a que las metiera en mi bolso esta mañana para llevármelas a la oficina.

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Pan con dulce de leche

Así, sin tostar.

Tostada de dulce de leche

De hecho, el pan está maduro; es del sábado y, cinco días después, despliega todo su sabor de buen pan casero.

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Arroz de morcilla de arroz

El plato palíndromo.

Arroz de morcilla de arroz, el plato palíndromo

Una de sobras: unos restos del típico arrocito de casa con chorizo, una morcilla de Burgos aburrida de estar congelada desde que la trajeron los amigos de Burgos…y después, simplemente chafar el huevo frito y revolverlo todo; furtivo en la noche.

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Bollos integrales de algarroba y clavo

Siguiendo con la serie «Los bollos que nadie te haría y te los tienes que hacer tú mismo«; bollos de algarroba y clavo.

Bollos de algarroba y clavo
Bollos de algarroba y clavo

Nunca había panificado con algarroba. De hecho, tengo una relación de amor y odio con ella; un poco como su sabor, que es dulce y agrio a la vez. Durante una temporada que no comí animales, trabajé brevemente en un restaurante vegetariano, recuerdo que allí probé algun asunto (me encanta la palabra concoction) con algarroba; con su olor tan penetrante y aromático. Entre las harinas que me ha dado Mònica había un paquetito de harina de algarroba, y pensando qué podía hacer con ella, se me ocurrieron estos bollos. El problema es que me pasé con la algarroba (puse unos 70 g para 230-250 de trigo), y es demasiado fuerte. Tanto es así, que los dos clavos de olor que molí e incorporé a la masa quedan sorprendentemente camuflados. Además, usé uno de los azúcares más burros que he usado, un azúcar de melaza de Mauricio (negro, casí agrio de la melaza que tiene), así que ha quedado todo negro negro. El color y aroma según iba amasando era embriagador, casi excesivo.

Para la próxima vez, reduciré (tanto como a la mitad) la cantidad de algarroba, usaré harina fina (la algarroba queda bien con la integral, pero me apetece probar algo más ligero, despejado), en vez de leche entera usaré semi (o mezcla de agua y leche). Creo que estos bollitos prometen, pero hay que tener cuidado con la algarroba.

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