Una de esas veces que te encuentras tesoros en casa. Cuando esto sucede, aprecias de verdad las cosas importantes de la vida.
Klara ríe. Jonas habla por teléfono. Emil toca la guitarra.
Una de esas veces que te encuentras tesoros en casa. Cuando esto sucede, aprecias de verdad las cosas importantes de la vida.
Klara ríe. Jonas habla por teléfono. Emil toca la guitarra.
El invierno.
Comer alimentos cocinados por otras personas a veces es como viajar en el tiempo y el espacio. Esa manera de sobrecocer las verduras invernales o la pasta a mí me transporta al siglo pasado.
Sí.
Era el paso natural tras el kéfir chucruteado con lombarda del otro día. Entre el fabuloso e inesperado sabor que deja un poco de chucrut (en este caso de lombarda) en el kéfir y el toquecillo de ajo que le puse a la lombarda al fermentar, el sabor es profundo, cremoso, y tiene un ligero recuerdo al tsatsiki. Aún lo he escurrido un poco más de lo que sale en la foto. Ahora puedo incluso hacer pelotitas de labne, y ponerlas con aceite y especias. ¡Sí! (Léase entonando como Xisca Tangina Martorell).
Con pan, aceite y comino.
Café cuando no toca café.
Llevo unos días atascado entre el bloc de notas y el ordenador, con café y Stan Getz.
Mi comida de hoy, corriendo antes de un curso.
Después los he juntado, claro. Haciendo un ejercicio de eliminación del apego, hoy me he cortado de ponerle chucrut o tabasco.
Primero puse la butifarra, poco a poco fue dejando parte de su melosidad cósmica en la sartén, y ahí metí el chucrut; con la grasa gelatinosa y un poco de chupchup, quedó con esa textura sedosa, casi libidinosa. Dado lo contundente de la butifarra de perol, el chucrut le va al pelillo como contrapunto.
Con un poco de pan de harina gallega.
Apionabo y patatas asadas con ensalada de remolachas y pepino fermentado
Anders tiene un bosque. Hoy hemos talado dos árboles, sobre la nieve de marzo.
De vuelta, Karin había preparado apionabo asado (envuelto en pan de centeno rallado), patatas asadas de varios tipos, una ensalada con remolachas (roja y a rayas) y col fresca, aliñada con miel y mostaza. Además, había un impresionante pepino fermentado (con cebolla y hojas de frambueso); aún tenía un poco de carbónico, y hacía cosquillas en la lengua.
Le dije que me gustaba mucho el apionabo, así que usó el último de la cosecha para este plato.