Empanada.
Bueno, vale, me comí dos: una de maíz y otra de carne. Y luego un alfajorcito de dulce de leche y chocolate.


Sobre el teclado, sin dejar migas.
Empanada.
Bueno, vale, me comí dos: una de maíz y otra de carne. Y luego un alfajorcito de dulce de leche y chocolate.
Sobre el teclado, sin dejar migas.
Horno lleno; calentando motores para los talleres del fin de semana en el Espai de Cuina de Su. No me cabía en el horno ni media medialuna, ni siquiera un cuarto de medialuna (lo que sería un octavo de lunallena).
Un pan de harina agua y sal (el de todas las semanas), y uno de centeno, nueces y pasas.
*Vienen unas semanas ajetreadas, con Babette, Espai de cuina y lo que vendrá con 2009…
Bueno, de tiburón.
No me puedo creer que me haya llevado dos años y medio poner unos makarrakas, con su chorizo, su carne de salchicha, su tomatito, su queso fundido.
Cuan presto se va el plazer…
En las siete calles.
Qué bueno.
Recuerdo aquel día, en Londres, hace ya algún tiempo. Estaba en la oficina intentando explicar a Patricia y Marta qué era una carolina; entonces sufrí aquella experiencia traumática: ni Flickr, ni Google Images, ni ningún otro servicio de imágenes tenía foto alguna de este excelso dulce bilbaíno. Por un momento me atenazó el pánico, al creer que sufría alucinaciones y que la carolina sólo habitaba en mi recuerdo, ¿cómo es posible que algo tan maravilloso no hubiera sido puesto aún ante los ojos del e-mundo?, (creo que fue entonces cuando tomé conciencia de mi importante misión).
Después de aquello, a la primera ocasión que tuve, le hice un pequeño homenaje a la carolina (aquí); fue algo de urgencia, en una escapadita a Bilbao (la foto estaba hecha con el móvil). Después ya me metí de lleno con la carolina y el resto de dulces bilbaínos (aquí); y aún más en profundidad con el bollo de mantequilla, ese tótem bilbaíno, faro que nos ilumina (aquí), que ya había tratado/añorado hace más tiempo aún (aquí).
Pues bien, este fin de semana andaba yo por Bilbao y me encontré por casualidad con la gran fiesta de la carolina de Bilbao. Una celebración de la pastelería de calidad, de las cosas bien hechas (como hay que hacerlas), y de todo lo bilbaíno que encierra este sencillo pastel de merengue.
Para la ocasión, la plaza Nueva de Bilbao se había convertido en una fiesta en blanco, amarillo y marrón. Cientos de personas hacían cola para degustar las 3000 carolinas que regaló el gremio de pastelería de Vizcaya. Sencillamente delicioso ver tanto a niños como a adultos disfrutando del sumo placer del primer mordisco a una carolina. También había pasteleros artesanos demostrando cómo se elabora una carolina, desde la base con relleno de coco, hasta el merengue, los baños de gelatina (antes yema) y chocolate. Los alegres pasteleros, mientras confeccionaban una a una las carolinas, respondían de manera prolija y amable a todas las preguntas de los curiosos como yo.
La apoteosis, la consagración de la carolina.
Curiosamente, me comentaba el sábado un amigo que, buscando la carolina en Google (carolina bilbao, carolina pastel), la primera referencia que aparecía era mi blog; esto me llena de orgullo y acrecenta todavía más mi admiración por este icónico pastel.
Así es.
(Otra de cervezas del norte)
Una preciosa colección de mi cerveza favorita en estos momentos: la ale. La ale de verdad.
Esta foto es un recuerdo ya, porque no queda ninguna de estas botellas del último viaje a Londres. Las hemos ido disfrutando poco a poco, apreciando cada sorbo.
Uno de mis últimos post antes de venir a Barcelona era una despedida de la ale; hoy la echo de menos, sobre todo su sabor complejo, dulce, profundo. Las que más me gustan son las ale afrutadas, con mucho lúpulo y el amargor justo. Pero vamos, esto es lo bonito de cada sitio, que las cosas son diferentes.
Me parece maravilloso que no tenga gas (más que el gas natural de la fermentación en botella) y que no se tome fría, apreciando así todos los aromas y sabores (cada vez me gustan menos las cervezas muy frías). Y el color: el color de una ale es algo maravilloso, ya sea turbia, oscura, siempre te invita a tomar otro trago. De las de la foto, todas excepcionales, me encantaron la Ridgeway Rob y la St Peter’s, un sabor como de otra época.
La ale más fácil de encontrar aquí tal vez sea la Newcastle Brown Ale, ya que la tienen en Carrefour. Es una ale oscura pero muy suave, que se bebe sola. Tiene una curiosa historia, ya que tenía una Indicación Geográfica Protegida hasta que se mudó a la otra orilla del río, ahora como no la hacen en Newcastle, pues no la tiene. La estrellita azul de la botella (por lo menos en Inglaterra) tiene pintura térmica que te indica cuando está a su temperatura. Creo que aquí, entre las traducciones para la exportación y los ingredientes, han tenido que quitarla.
*Seguro que QJones puede encontrar St Peter’s bitter en algún lugar de Madrid.
Patatas enmascaradas con foie y setas
En casa de Su y Txep, el Espai de Cuina 2311, antes del taller de pan.
Lo más sorprendente es que esto (y un risotto) lo montó Su en un periquete, como quien no quiere la cosa: pin pan pun. El tamborcito sobre el que reposta el foie son las patatas enmascaradas; patatas cocidas mezcladas con butifarra negra, tocino, ajos… la locura (me pareció un primo catalán de la familia del atascaburras o el labskaus, maravilloso).
Estuvimos allí un ratito, disfrutando de la luz que entraba por los grandes ventanales del Vapor Ros mientras subía la masa madre (la muy jodida se debió de acojonar de ir a Tarrasa a conocer a tanta gente, porque no respondía).