El último té

Este es el último té, el último PG, la última cuppa sobre el Dell.

La última bolsita, la última kettle haciendo «cloc» en la cocina del trabajo. La última vez que descando mi bicicleta de enfrente del Eastman Dental Hospital. Son las 5, es hora de partir.

Pero es el primer paseo en bicicleta con el horizonte como único destino, navegando a bordo de esta isla, soltando amarras…la luce dell’isola a cura di un grande direttore della fotografia. Storaro che cura l’illuminazione e i tramonti di Stromboli! Ricostruire da zero Stromboli! Ricostruire da zero l’ltalia! Un nuovo modo di vivere, con una nuova luce, nuovi abiti, nuovi suoni, un nuovo modo di parlare, nuovi colori, nuovi sapori… tutto nuovo! Scion scion. Scion scion

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Por 25 pesetas…

Por 25 pesetas… ¿quién me puede decir algo sobre esta pasta húngara?

Tic-toc-tic-toc…

Pasta húngara

La compramos el año pasado en el este de Hungría, y ha estado esperando desde entonces en el fondo del armario a que llegara la operación limpieza final.

El problema es que no tengo ninguna información sobre ella. Ya, claro, es pasta…todos sabemos lo que se hace con la pasta. Pero a lo que me refiero es que en todos los sitios se hacen cosas especiales con las pastas regionales, así que imagino que esta pasta húngara no es una excepción. Tiene pinta de ser para sopa, pero me encantaría saber como la hacen las madres húngaras en los fríos dias de invierno.

El problema es que voy muy muy justito de húngaro, así que la información del paquete es totalmente indescifrable para mí.

La marca es JOZSA, así, en mayúsculas, con un pequeño chef regordete dibujado dentro del agujero de la O. Y luego pone «száraztészta», que no sé si es el tipo de pasta o se trata de algún insulto a la madre de uno en húngaro. Es fácil imaginarse a un rudo jinete magiar de largos bigotes mirándote a los ojos y gritándote: szárazészta!

Después hay información más relevante, como «8 tojásos csigatészta«, que no sé si querrá decir algo como «8 minutos de cocción», aunque con un poco de paciencia y la ayuda de google.hu y wiki.hu he descubierto lo que es csigatészta, bueno, lo que aparece en la foto (parece una sopa, ¿no?).

Lo que deduzco es la composición tiene 3 ingredientes: «búzaliszt» (google images me confirma que es harina), «friss tyúktojas» y «ivóvíz». La wiki húngara en su artículo «ivóvíz» sólo enseña grifos, así que deduzco que es agua…y lo del medio, el «friss tyúktojas»…pues van a tener que ser huevos frescos. Pero esto ya es lo que se denomina traducción libre, claro.

Pero lo más fascinante es donde pone lo de: «Minöségét megörzi a tasak hátulján jetzett idtipontig». Y digo que es fascinante porque no he conseguido averiguar lo que esto significa, sin embargo las dos primeras palabras son el título de un cortometraje húngaro de 1998, lo pone aquí, en Imdb; qué intrigante.

Lo peor es que esto no es la primera vez que me sucede; como aquella vez que fui a comprar harina de trigo suave a una tienda polaca, ¡y acabé en casa con un paquete de harina integral de centeno! Ahora estoy fuerte en polaco panaderil y ya sé, entre otras cosas, que mąka es harina, y que pszenna es de trigo y razowa de centeno, tomad nota porque nunca se sabe.

¿Algún alma caritativa que hable húngaro?

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Pan dulce de tahini de la panadería Yasar Halim

El otro día volví a pasar por la panadería de Yasar Halim, un lugar digno de peregrinación aquí en Londres. Esta vez descubrí que también tiene una tiendita con productos turcos (y en general de la zona donde Europa y Asia se pierden la una en la otra).

En esta ocasión salí de allí con (entre otras muchas y ricas cosas) un pan de tahini.

El tahini, tahine, tahin, tahina (que de todo se encuentra) es una pasta de semillas de ajonjolí que se usa mucho en oriente medio, en la zona oriental de Europa y también en otros sitios de Asia. Habitualmente tiene un sabor bastante fuerte, así que se usa para condimentar y es normal encontrárselo en recetas con legumbres o verduras. Aunque, y esta es una buena prueba, queda riquísimo en dulce. A mi me gusta echárselo con miel a un buen yogur.

Pan dulce de tahine

Yo soy un “tíoteorías”, así que enseguida empiezo a entusiasmarme y entretejer teorías que explican el origen y los vínculos entre cosas, a menudo alimentos y sus sabores. De la misma manera, siempre busco parecidos imposibles entre las personas, para aburrimiento de los que me tienen que escuchar.

En cuanto le hinqué el diente a este pan de tahini, y sentí la rica miga (una de esas masas enriquecidas con mantequilla y huevos), llenó mi cabeza la idea de que todo está unido de alguna manera. Lo que pasa es que a veces los hilos son invisibles (o los ha borrado el tiempo) y por eso no los vemos.

Este pan estaba enrollado en espiral, como una ensaimada, y entreverado con capas de relleno de tahini con azúcar. Es más, la masa parecía ligeramente emborrachada de almíbar en la parte inferior, algo indescriptible. Me recordó a un roscón que hacen en Torrelavega para Reyes, relleno con algo lejanamente parecido y también ligeramente emborrachado. No obstante, el sabor del relleno de tahini era realmente profundo, y mezclaba en la memoria de los sabores la dulzura saturada del turrón con la miel, o la untuosidad de la mantequilla de cacahuete, humilde pariente lejano. Es más, pensé instantaneamente como algo tan icónicamente estadounidense, amado y destetado, el sandwich de mantequilla de cacahuete con mermelada* no es sino una prolongación de esta tradición de mezclar nueces de todo tipo con sabores terriblemente dulces (la baklava de pistacho, el turrón de Jijona, …). Todo está enlazado.

Creo que me fascina la cocina de esta zona entre Europa y Asia porque es una tierra entre culturas, que nos ha visto nacer como civilización y donde, aún hoy, se entrelazan las cosas de aquí y de allá. Sabores de hace mucho, olvidados para nosotros, y otros que nos son familiares. Es más, me encanta ver como cosas que conocemos y otras que nos son muy lejanas tienen raíces comunes; cómo el turrón es hermano de la halva, el lahmacun de la pizza y así hasta quedarnos sin hambre.

Siempre que como estas cosas pienso que este tipo de sabores podrían muy bien ser familiares para mis ancestros hace siglos; quien sabe, tal vez algún antepasado mío incluso amasó una hogaza como está y la endulzó con miel, o la rellenó de una masa de nueces, pistachos o almendras para una ocasión especial, como un nacimiento o bautizo. Esta comida es, sin duda, una comida llena de vida. Tal vez no es casualidad que me haya aficionado a esto aquí en Londres, donde todo es apariencia, todo es tan artificial (incluídos los sabores), todo es tan de mentiras y a la mayoría de las cosas les falta frescura y autenticidad.

Otro día intentaré hacer este pan en casa y explicaré mi teoría de cómo la cocina de la India es la cocina mediterránea de Asia, o el por qué en Inglaterra no recogen la basura más que una vez por semana.

* Esto es lo que se conoce como un «emparedado de mantequisha de cacahuete», para los que nos hemos criado con el doblaje, nefasto pero entrañable, de los dibujos de Hanna Barbera, con Loopy de Loop («El lobo bueno, el amigo de los niños») o Scooby Doo. Por cierto, la mermelada o la miel son esenciales para disfrutar de la mantequilla de cacahuete.

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Arroz a la cubana (post sentimenal)

Este es uno de mis platos favoritos del mundo mundial.

Arroz a la cubana

No sé como será cuando me muera, pero puede que, un instante antes de pasar al otro barrio, me acuerde fugazmente del arroz a la cubana; y de las vainas con patatas también.

* Nota importantísima: este de la imagen no es el plato que me comí. Yo nunca, nunca, nunca me pongo el tomate con el arroz y el huevo al principio. Me gusta servirme arroz y un huevo; cortarlo, mezclarlo y comérmelo (esto me eleva a un estadio superior en lo cosmogónico). Después, me sirvo otro huevo que, esta vez sí, trituro con tomate y el arroz (en ese momento alcanzo un estadio aún superior, si cabe).

** Otra nota, aunque menos importante: me resulta curioso como este plato que para cualquier españolito de a pie es lo más normal del mundo, no resulta corriente para gente de otros lugares. Muchísimas veces, hablando con gentes de aquí y de allá, me he llevado la misma sorpresa al dar por sentado que mezclar arroz, tomate y huevo es una combinación obvia. Pasa con muchísimos otros platos y costumbres, pero en este caso concreto siempre me ha chocado (algo similar se puede decir del arroz con leche, especialmente frío).

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Viviendo con cebada (Living a barley life)

El otro día compré un paquetito de cebada para hacer un pan que tenía en mente hace tiempo: un pan sólido, recio, como los panes llenos de semillas y sabor probados en Escandinavia.

No obstante, al preparar un poco de cebada para la elaboración del pan, la cantidad resultó no ser «un poco»…y me vi con un buen perol de cebada de sobra. Así que, siguiendo la costumbre recicladora que parece ser el sino de este blog ultimamene, hemos vivido con cebada durante un par de días.

La cebada que compré venía ya sin cáscara, con lo que el sabor era muy tenue, podría incluso haber sido trigo. Un día la salteé con cebolla, ajo y aceitunas turcas (impresionantes, las echaré de menos), y una vez en el bol le di el toque de gracia con sumak, cayena picada y una gota de limón; delicioso. Por cierto, acompañaba a una sopa fría de tomate y comino (sí, de unos tomates a punto de pasarse que estaban muertos de risa en la nevera).

Sopa fría de tomate y comino con cebada salteada
Huevos fritos con cebada y chorizo

El día que empezó el Tour, aquí en Londres, estuvimos de aquí para allá viendo pasar a los veloces ciclistas. Más tarde, ya en casa, recobramos fuerzas con unos huevos fritos. Para la ocasión (y dado que no había mucho pan por casa, algo inaudito), rehogué la cebada con chorizo. Por si alguien tiene dudas lo diré una sola vez: los huevos fritos son lo mejor del mundo, ya sea en casa propia o ajena.

Bueno, y he aquí el pan:

Pan integral de centeno y cebada

100% harina integral de centeno, masa madre de centeno, granos de cebada, miel y sal. Una vez mezclados los ingredientes lo dejé una noche en la nevera para que el sabor cogiera más fondo. La verdad es que ha quedado compacto y sabrosísimo. Poco a poco me voy acercando. La cebada ha quedado demasiado blanda para mi gusto (a mi me gusta que tenga un poco de vida al morder). Para el próximo me pienso tirar totalmente a la piscina y echarle bien de semillas, especias (ya estoy cabilando las combinaciones) y caramelo, si consigo hacerme uno bueno. De hecho, ese será uno de los últimos panes que haga en esta ciudad, así que tendrá que ser un pan amargo y con miga.

El aroma al tostar este pan es embriagador, y me encanta como conserva la humedad (en parte gracias a la cebada) incluso después de tostado.

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Café turco a la española

O sea, tomado con chocolate Valor y hecho por mí en domingo (ignoro si los turcos lo toman sólo el domingo, pero imagino que no).

Cafe turco y chocolate Valor

Aunque ya lo tomaba con deleite desde hace años, es en Londres donde me he aficionado al café turco, o como se lo quiera denominar de acuerdo a quien lo haga: griego, chipriota, etc.

Le he cogido tanto gusto que ya no me conformo con tomarlo cuando vamos a comer a nuestro turco favorito en Stoke and Newington (y donde nos cruzamos a menudo con Gilbert and George, cenan allí a diario); es más, ya ni siquiera me valen las, cada vez más frecuentes, visitas a Öz Antepliler, la pastelería turca que tiene buena culpa de que me acerque peligrosamente a los 90 kg. Ahora he pasado a hacerlo en casa.

Las primeras intentonas, una vez que me hice con mi cezve (el cazito especial que aparece en la foto, fundamental), fueron bastante desalentadoras, ya que el brebaje que preparaba con mimo sabía literalmente a rayos. Con el tiempo he ido leyendo las numerosísimas teorías al respecto y, a día de hoy, hago un café que no está mal, aunque todavía tengo muchísimo que mejorar, sobre todo en lo que respecta a la textura y la espuma (¡lo que hago ya sabe rico y todo!)

En la oficina hay un chico de Israel que suele preparse a diario un café de este estilo, pero el café que él compra viene aromatizado con cardamomo. Claro, imagino que esto es sólo accesible para cafeteros caseros de nivel avanzado.

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Arroz de jarrete (otra de sobras)

Depués de rechupetearme los dedos con el jarrete del otro día, me quedó un buen tupper con salsa en la nevera. La salsa estaba tan saturada con los jugos del jarrete, que en cuanto se enfrió se quedó tiesa como gelatina, así que algo había que hacer.

La salsa del jarrete, arroz traído desde España, ajos, unos champis…y poco más

Arroz de jarrete y champis

El color oscuro del vino y el cordero tiñó el arroz con un tono especial. El resultado fue untuoso, la verdad es que quedó riquísimo.

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