Después de Instant Britain!, viene una de las guarradillas favoritas de casa: galletas con custard. Normalmente lo hacemos con ginger nuts, una galleta crujientísima (realmente es más granítica que crujiente) y picante, pero en esta ocasión usamos un poco de shortbread que había por casa.

Dios salve a su graciosa majestad y a todos sus súbditos.
Malta de centeno hecha en casa
La malta es un mejorante panario natural muy usado que ayuda a la levadura en su labor, mejora el color, la corteza y la textura de la miga; vamos, un chute enzimático para el pan.
Se obtiene germinando y tostando granos de cereal; se suele usar mucho la cebada ya que la malta resultante tiene un gran contenido en enzimas. En este caso he usado centeno que es lo que tenía por casa.
Hacer malta en casa es sencillo. Se remojan los granos, se dejan germinar cuidadosamente; luego se interrumpe la germinación secándolos; y finalmente se tuestan a baja temperatura.
El resultado es una harina con un olor dulzón; un olor fácilmente reconocible, ya que muchos fabricantes de pan abusan de la malta. Personalmente me he encontrado con muchos panes con un tufillo a malta que resultaba bastante molesto, así que yo no la suelo usar (cuando la uso lo hago con mucha mesura). La verdad es que no soy muy amigo de echarle «cosas» al pan, tal vez por el hartazgo que me produce que el pan industrial vaya llenito de ellas.
No sé…a mí me gusta que el pan de centeno sea pesado, que el sabor de un buen pan casero se vaya acentuando con los días por la labor de la masa madre, y que diferentes tipos de harinas produzcan diferentes tipos de pan, «las flores del campo no quieren macetas».