Comida naranja.
Dulce y con las alcaparras en vinagre. Debe de ser que me falta vitamina N.
Comida naranja.
Dulce y con las alcaparras en vinagre. Debe de ser que me falta vitamina N.
Después de la emoción que me llenó ayer al anunciar mi nuevo taller de cursos de pan en Barcelona, hoy vengo con otra gran noticia.
No es la primera vez, ni será la última, que me uno a los amigos de Delifunart en sus iniciativas gastronómicas. Esta vez, tengo el placer de anunciar algo especial, la creación de The Glutton Club, «un grupo de gente apasionada en torno a los aspectos de la gastronomía (en sentido amplio, cultural)». Junto a ellos, y con la colaboración de Sukaleku, voy a dar un curso de introducción a la panificación en San Sebastián, el día 12 de diciembre (para más información y reservas, pincha aquí). Será un curso de 4 horas en el que explicaré los aspectos fundamentales de la panificación: ingredientes, técnicas, masa madre, libros. Pero habrá mucho más, intentaré que sea un día de auténtico espíritu gluttoniano; un día en el que festejar todo el universo cultural y gastronómico que rodea al pan y el aprecio por las cosas bien hechas.
Desde que anuncié mi nuevo espacio ayer, tengo muchísimos correos y solicitudes por contestar, comentarios y felicitaciones, todas llenas de ilusión. Estoy muy agradecido. Lo acabo de celebrar con el sándwich de bacon de la foto. Nada más que pan y panceta catalana, al más puro estilo de St John (bueno, en la distancia, tenía que haber tostado el pan en una rejilla). Como no tiene mantequilla, es muy sano (je).
El pan es el sandwich loaf de St John, de su delicioso libro Beyond nose to tail (la continuación del mítico Nose to tail eating), lo he hecho preparando el taller de pan de molde de mañana en el Espai de cuina SU2311, es un pan verdaderamente sorprendente.
Es un pan fácil, rápido y con un resultado espectacular (y no lo digo por la forma, sino por el sabor). Todo es sorprendente, usa un prefermento muy suave (fermentado 24 horas en la nevera), para incorporarlo al día siguiente en una masa con bastante (o mucha) levadura, pero dándole una fermentación cortísima. De hecho, es un pan de una sola fermentación; bueno, dos fermentaciones si contamos los 10 minutos en que el pan está ya amasado esperando ser formado. El resultado es un pan con un toque a buen pan delicioso, por el prefermento (ese regusto inexplicable que se te queda), pero con una dulzura chocante (hecho sobre todo para tomar con bacon), fruto de la poca sal que lleva y de la corta fermentación. Además, imagino que esa fermentación tan rápida es la responsable de la sorprendente ausencia del sabor que suele dar el exceso de levadura. Se hornea muy rápido (20 ó 25 minutos) y en cuanto sale del horno empieza la sinfonía del panadero (convenientemente documentada por Rodrigo).
Cocidos al vapor; aliñados con aceite de oliva, vinagre y ajo. De las cosas que más me gustan. Como boquerones en vinagre, pero de huerta. Es casi inevitable sorber y rechupetear el aliño al comerlos.
También había pan con nueces. Casi nunca hago pan con nueces para casa. Esta semana lo he hecho dos veces. Tengo que dejar de hacer pan con nueces para casa.
Con un resto de pan de semillas de lino, puerro y un pimiento frito que había por ahí; un pinchito pornográfico y libidinoso.
Bueno, ya vale por hoy.
J’ensemence
Tan contenta sobre la encimera de mármol, mi masa madre en etapa de metamorfosis. Lleva dos días en danza por la cocina, acumulando fermentaciones, construyendo sabor y aromas capa a capa.
Le he dado varios ciclos de fermentación alimentándola con harina blanca de trigo, quitando acidez y añadiendo aromas y gusto. Por fin, ayer por la noche comencé un levain añadiendo también centeno y trigo integral hasta alcanzar la consistencia de una masa. Esta tarde completaré su ciclo para una hogaza de centeno blanco que no comeré hasta mañana o pasado. No me importa esperar, hoy tengo la cabeza llena con el verbo francés ensemencer (sembrar), que es el que utilizan en panadería para el acto de llenar de vida una pieza de masa. Sería algo como inseminar (todas proceden de la misma raíz), pero inseminar suena como un millón de veces peor: insuflar vida, llenar de simiente, de alma y sabor.
Me demoro tras mezclar el anteúltimo paso de este pan: j’ensemence.