Lunchbox, orzo con tomate y chorizo.
Pan de centeno y cilantro
Pan de centeno polaco y cilantro. Hecho con masa madre y levadura fresca. Hace tiempo que un pan no me fallaba, pero en este me atolondré. No obstante, me queda el recuerdo del delicioso aroma del centeno y el cilantro al hornearse, y esta bonita foto.
El molde es extensible, y me gusta como dice en el lateral «500, Brot (g), 750». Según lo vas extendiendo te indica los gramos aproximados del pan según el tamaño del molde. En el otro lado te indica los centímetros.
Labneh con zatar, y remolacha con labneh
Sigo en Turquía. El otro día compré un bote de labneh turco. Una especie de requesón hecho escurriendo yogur. Cuando estaba en España e iba a Madrid, solía comprarlo en Lavapiés, en una tienda oriental. Un tarro grande lleno de aceite y labneh en bolitas. Un día de estos lo haré porque es muy sencillo.
En la imagen superior, como merienda, con zatar halabi y aceite de oliva. Tal cual, untado con pan y un té en una tarde inglesa.
En la imagen inferior, remolachas asadas con labneh aliñado (con comino, ajo y aceite). Una cena fresca para una fresca noche londinense.
Harina serbia Zitko Stari Mlinar
Me han traído un regalo de lejos. Un paquete de harina serbia Zitko Stari Mlinar (T500) ha venido volando hasta mi mesa en Londres. Simplemente fantástico. Tiene una pinta estupenda, así que (a pesar de lo duro del viaje) creo que me va a obsequiar con un gran pan.
Me encanta como este hombre venido de tan lejos, con la camisa remangada, sostiene un manojo de espigas entre las manos.
Anchoa de Santoña y pan casero
Anchoa de Santoña y pan casero bajo el tibio sol de la primavera londinense.
Cebolla asada a la turca (y bebidas turcas)
Este es un entrante turco que he probado muchas veces en restaurantes por aquí. Me encanta. En los restaurantes las cebollas las hacen a la brasa (en esos inmensos asadores de cobre, siempre humeantes de cosas buenas), pero yo las asé al horno, que tampoco es mala cosa. El aliño se hace con salgam Turnib, un zumo de nabo fermentado (ver foto debajo), caramelo de granada (el mío de la marca Öncü), sumac y perejil. El sabor es indescriptible, como lo son los elementos que lo forman. Terriblemente afrutado y con una nota amarga y picante. Y curiosamente no tiene una gota de grasa.
Dentro de mi temporada turca, me ha dado por dos bebidas. El ayran y el salgam Turnib.
El ayran es una bebida muy popular en Turquía, bueno en todo oriente medio. Es el refresco más popular y en cada país lo llaman de una manera, ya sea en Líbano o en Irán. Es básicamente yogur rebajado con agua y una punta de sal (se le puede poner un poco de menta o ajo al gusto). Leído suena un poco mal, pero el sabor y la textura es fantástico. Sea dicho también que el sabor del yogur turco (o griego, tal vez más familiar) es diferente, creo que incluso alguna de sus bacterias varía. Es más ácido y de sabor más pronunciado. Yo había tomado el ayran en restaurantes y me compré esta botella de la foto. Pero ya le he cogido el punto a hacerlo en casa. Las proporciones varían según el tipo yogur (el mundo del yogur en Turquía parece fascinante), pero mitad y mitad, o 1/3 yogur y resto agua, puede ser una buena indicación. Se bate bien y se sala ligeramente. El resultado es similar al suero de mantequilla (buttermilch, petit lait) que se toma en muchos sitios, yo por ejemplo lo he probado en Marruecos.
La otra bebida, también muy popular en Turquía, es el salgam. Es una especie de zumo de nabo, pero está fermentado, así que el sabor es complejo. Realmente no se parece a nada que yo haya probado, y he de decir que es un «gusto adquirido» (como dicen aquí para referirse a sabores que no son los tuyos pero a los que te acostumbras y adoras). Como se ve en la imagen lo hay natural o picante (el del tapón rojo).
Cena suiza
Una tabla de quesos suizos recién llegados de Zurich. Los quesos suizos son realmente fabulosos. Desde los más conocidos y exportados, como el Emmentaler y el Appenzeller; hasta otros más locales como el Oberlander de Zurich (el de arriba a la izquierda) o el queso de nata de Lucerna (el de abajo a la izquierda). También se pueden ver unos salchichoncitos ahumados de corte rectangular y una cesta de panes suizos; un Zopf (una especie de brioche típco suizo) y un pan integral retorcido.
Y de postre, unos Luxemburgerli de la Confiserie Sprüngli, que son un auténtico vicio. Son unos macarrones rellenos con chocolate. El exterior de la masa es delicadamente crujiente y cede a la cremosidad del relleno; algo extraordinario.