Tarta de puerros y rillettes de salmón

Encore otra entrega de la «Conexión Barcelone».

Tarta de puerros (sí, sólo a la Lorraine le llaman quiche) y rillettes de salmón. Yo los había probado de cerdo y pato, pero estos de salmón, y caseros, son una delicia.

Tarta de puerros
Rilletes de salmón

¡Oh, la vaca!

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Panificando en España (2)

La semana pasada hablaba sobre la panificación de un retornado; esta semana sigo pensando que lo bonito de cada sitio son las pequeñas cosas; esta semana traigo grandes panes, panes buenos.

Buen pan con harina de trigo, espelta y malta

Pan de trigo con un toque de espelta integral y malta; con masa madre y 9 horas de fermentación, fantástico (ah, también le puse sal). Por fin un pan que no «bollea». La miga tiene «eso» que alcanza el pan con tiempo y un «alma». Además, la corteza tiene un dulzor y un sabor a cereal que hace tiempo que no conseguía.

En la misma hornada, uno de los mejores panes que he hecho este otoño: pan amargo y dulce de centeno y pasas, un pan que repetiré según vaya llegando el invierno. Toda la harina es de centeno integral, salvo la de la masa madre, que es de trigo, lo que le da un puntito especial a la miga. Sabe a cosas bien hechas. Pincha en la imagen para servirte unas rebanaditas, no te arrepentirás (¿No lo hueles? Es regaliz, madera, cereal, ciruelas, licor…).

Pan amargo y dulce de centeno y pasas

Desde el sábado tengo ganas de dar las gracias a un visitante de mi blog, que me dejó un comentario en la anterior entrada, Gesla. En el comentario mencionaba un par de lugares donde conseguir buenas harinas (y mucho más) en Barcelona. Tan sólo he visitado uno, la maravillosa tienda de Jaime J. Renobell, y estoy extasiado.

La maravillosa tienda de Jaime J. Renobell

Pude contar hasta 21 tipos diferentes de alubias a granel, 10 de lentejas y una buena colección de harinas de indudable calidad (como se puede ver en las fotos de los panes, arriba, ¡Je!), desde algarrobo hasta cebada. Ante un espectáculo tan magnífico, casi sobra contar lo de su gama de especias, productos de importación, dietéticos o sus chocolates con alcurnia. De verdad, me faltan las palabras. Profundamente agradecido.

Del segundo lugar de la recomendación, Casa Torras, ya me han hablado muy bien, así que espero a este sábado para darme otro festín harinero.

*La dirección es Pablo Picasso 34, junto al parque de la ciudadela.

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Aviso para navegantes panificadores…

…con amigos en el Reino Unido.

He hablado ya varias veces de Dan Lepard, el gran Dan Lepard. Cada fin de semana tiene una columna en el suplemento del periódico The Guardian con sus recetas de panadería y repostería. Pues bien, este sábado 24 de noviembre, y con caracter excepcional (one off, que le dice esta gente), el Guardian va a dar gratis un pequeño librito de 100 páginas sobre pan, realizado por Dan Lepard.

Autógrafo de Dan Lepard

Se trata de una delicia de guía con unas 50 recetas, desde cosas sencillitas hasta elaboraciones complejas que requieren varios días. Esta vez no lo ha fotografiado él mismo, sino el fotógrafo habitual de Gordon Ramsay. Además tiene colaboraciones de todo tipo, desde construcción de hornos hasta Neneh Cherry hablando de la panificación casera.

El Guardian se puede conseguir facilmente fuera del Reino Unido, pero no incluye los suplementos semanales, así que la única manera de hacerse con una copia es pedirle a algún amigo de allí que te compre el periódico (vale lo mismo que un café, así que no tienen excusa, además les podéis pagar en el futuro con una hogaza).

Yo admiro profundamente a Dan Lepard, ya que es quien más me ha infundido amor y respeto por el pan y las cosas bien hechas. Así que, desde aquí, os animo a que no os perdáis esta oportunidad. Si no podéis haceros con esta mini-guía, siempre podéis compraros mi libro favorito sobre pan, «The handmade loaf», nunca me canso de leerlo y recomendarlo. Además, su página web tiene mucha información interesante y un foro donde encontrar recetas, ayuda y más. Y no, Dan Lepard no me paga comisión, es mero agradecimiento.

Que no digan que no avisamos.

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Hagelslag en Barcelona

Mi compañera de trabajo, Laurien, me ha traído una cosa que llevaba semanas anhelando: hagelslag.

Hagelslag, fideos de chocolate holandeses

Esparcir hagelslag (fideítos de chocolate) sobre una rebanada de pan con mantequilla es, directamente, estar en Holanda. Oír el tranvía que viene y cruzar Vondelpark en una Gazelle.

En la imagen se pueden ver dos rebanadas con hagelslag de chocolate negro, puur. También lo hay de chocolate con leche, melk, y versiones más modernas como sabor de frutas o hagelslag en lazos. La de la derecha es normal, la de la izquierda es nuevo, hagelslag XL, ambas de la marca Venz.

Aunque es un gusto adquirido, y suele chocar mucho la primera vez (a menudo por tontos prejuicios), es delicioso sentir el crujir de los fideítos de chocolate mezclándose con la mantequilla y el blando pan de molde. Un producto similar son los muisjes (ratoncitos) que se sirven para celebrar el nacimiento de un hijo: rosas si es niña, azul si es niño.

La rebanada de pan es una institución en Holanda, recibe el nombre boterham y es la base de una serie de clásicos neerlandeses que siempre sorprenden a la gente del sur. A ver si en las próximas semanas pongo algunas: el hagelslag, el sandwich de galletas de especias, speculaas, o muchas combinaciones con mantequilla de cacahuete, pindakaas (literalmente «queso de cacahuete»), a la que son muy aficionados los holandeses.

Estas guarradillas siempre me han hecho mucha gracia. Es curioso pensar que la gente siempre opina que la comida inglesa es mala y cochinota, y no dicen nada de la gastronomía holandesa, o sueca, o noruega, con la que comparte un gusto por los sabores agridulces y las combinaciones más arriesgadas. Imagino que, además de la gran diferencia de gustos que nos separa, será por prejuicios y desconocimiento. Yo no tengo problema, ¡a mi me gustan todas! …y estoy siempre deseando conocer cómo comen otras gentes.

Eet smakelijk!!

* Aviso importante: si quieres hagelslag, no lo intentes con tu botecito de fideos de chocolate de decoración pastelera, NO es lo mismo (luego no digan que no avisamos). Lo más fácil es ir a la tienda de un camping frecuentado por holandeses (en la Costa Brava, por ejemplo).

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El cuscús de los viernes en el Melilla

Esta semana he hecho algo que no había hecho nunca. He ido a comer al mismo sitio todos los días de la semana; al Melilla, una tasquilla marroquí cerca de Glories. Tenía media hora cada día, así que pensé que me iba a tener que conformar con un triste bocadillo, ya que la zona tampoco tiene demasiada oferta como para algo rápido y rico.

Pero, por azar, descubrí el Melilla. Lo frecuentan trabajadores árabes y algún cliente exótico, como yo. Por dos duros te dan cosas riquísimas como harira, tajine, pescados a la plancha (con su salsita), y los viernes dan cuscús.

Cuscús con té a la menta

Este es uno de esos rinconcitos que da gusto tener siempre a mano.

*Normalmente me gusta llevarme mi tuppercito al trabajo, porque es más rico y barato, pero esta semana he andado muy líado y sin tiempo para cocinar nada.

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Crêpe à la cassonade – Toujours en France

Sin salir de Barcelone.

Ayer noche bajé del centro en bici, como a diario. Cogí Fontanella, luego pasé el por el Arco del Triunfo y, finalmente, cogí Dr. Trueta hasta el Poble Nou; pero aparecí en el norte de Francia, concretamente entre Lille y la frontera con Bélgica.

Crêpe a la cassonade

Llegué a un festín de crepes: crepes hechas con cerveza, crepes rellenas de queso de cabra con pasas (le faltaba la miel), crepes plegadas con un huevo dentro, crepes saladas, crepes dulces. Crepes, crêpes.

Pero hubo una crepe que me gustó más que ninguna, la «crêpe à la cassonade». La cassonade es un tipo de azúcar de remolacha que se produce en Bélgica, originalmente por la marca Graeffe. El aroma de este azúcar es único, sobre todo en esta preparación tan simple como maravillosa.

Yo soy muy aficionado a los azúcares con carácter, los muscovado oscuros que saben casi a regaliz, que son capaces de animar un vaso de leche o un postre por si solos. Este es otro de esos azúcares.

La cosa es sencilla: una vez la crepe está caliente, se echa un poco de mantequilla y luego una buena cucharada de cassonade que se funde formando (casi sin querer) un increíble caramelo. Al plegar la crepe, este caramelo de poderoso aroma llega a hojaldrarla. Otra opción es simplemente espolvorear el azúcar sobre la crepe caliente y plegarla: un, dos, tres. El azúcar se va colocando en capas, y el primer bocado es indescriptible. Otro de esos dulces sin chocolate ni historias: sencillo, bueno.

Azúcar cassonade de Graeffe

No sé qué hace a este azúcar tan especial, ¡pero el sabor al fundirse es tan acaramelado! También se puede tomar sobre una tosada al grill con mantequilla (como el niño en el paquete). Es una tartine simple y deliciosa.

Por lo que he averiguado, los franceses sienten la misma admiración por este producto belga como la que tienen en el norte de Alemania por las finas conservas danesas, o como la que yo recuerdo cuando íbamos, de pequeños, al otro lado de la frontera con Francia a comprar yogures y quesos.

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Panificando en España (Gallo y yo)

Lo bonito de cada sitio son las pequeñas cosas.

Pan Gallo

En cada sitio se panifica de una manera, por los condicionantes locales; ya sea por los materiales a tu disposición, las tradiciones o incluso las condiciones (de frío o calor) que te encuentres. Es «la belleza del sistema», que se dice ahora.

Por fin me encuentro panificando en España aunque, curiosamente, mi habilidad panificadora es extranjera. Atrás quedó Londres con su apabullante oferta harinera, ahora me descubro tratando de producir pan con lo que se encuentra por aquí.

Al lado de casa, en el Poble Nou, tengo la Cooperativa Cuscús, una bioecotiendachachiguay con un surtido de harinas de quitarse la boina, aunque a precios un tanto prohibitivos. Tienen, entre otras, harinas hechas por pequeños molinos tradicionales, buenos productos llenos de sabor.

Por otro lado, está Gallo.

Harina Gallo

Es la marca de harina más fácil de ver en la mayoría de los supermercados. Tienen varios tipos: la de repostería, la extra, la de la foto (en el paquete dice «harina de trigo», wow). El etiquetado no va muy allá, la verdad. No hay ninguna indicación de las características más destacadas del producto. Esto parece extraño porque se ve que han gastado tiempo y dinero en el empaquetado (no es algo sencillo y sin pretensiones, como estos paquetes comprados en el corazón de Europa).

La composición de la harina hace mucho más que afectar a la manera en que una hogaza «sube» (aquí se ve una curiosa comparación entre harinas). Por eso una de las labores de las harineras es mezclar harinas de diversos tipos y procedencias para ofrecer diversas posibilidades al panadero. Así que me encuentro en el proceso de etiquetar mentalmente las harinas a mi alcance.

Con esta «harina de trigo» hice la hogaza de la foto superior, mi pan estándar. El pan no ha quedado malo, pero es curiosa la textura «bollito» que tiene. Bastante masa madre, retardado una noche y al horno. En este caso no tuvo mucho tiempo para fermentar después de estar en la nevera, así que subió mucho en el horno; «oven spring», como lo llama Jack Lang en esta maravillosa página que nunca me canso de mirar

Normalmente, al retardar el pan en la nevera, los bichitos buenos de la masa madre van «degradando» la harina, oscureciéndola y dándole una textura más fuerte, rústica. De hecho, ese característico tono amarillento como de «pan de pueblo» se puede conseguir con harinas blancas como la nieve.

Según se retarda el pan por más tiempo, la miga de la hogaza final se va «agelatinando» (no sabría definirlo mejor). He hecho panes hasta con 3 noches de nevera y la «gelatinización» era más evidente, sin ganar mucho en sabor, la verdad. Esta harina Gallo me ha sorprendido por no comportarse como yo esperaba: no «gelatiniza», sino que «bollea» (en términos técnicos de haute-panadería, esto es) por lo que habrá que seguir haciendo pruebas.

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