Hace unos 20 años que no tomaba regaliz de palo.

Recuerdo que en 7º de EGB el profesor de matemáticas daba regaliz de palo como premio a los buenos alumnos. Yo siempre he sido un estudiante nefasto, sobre todo en matemáticas, así que me tenía que contentar con la generosidad de mis compañeros de entonces: Luis, Iñaki, Gemma. Acabada la EGB, cambié de colegio y allí quedaron los compañeros y el regaliz de palo; hasta hoy.
Han tenido que pasar 20 años para que me volviese a llenar la boca con los hilachos dulzones de esta raíz. Otro pequeño ladrillito para mi teoría de cómo Barcelona es un sitio que anhela los extremos confines; es un lugar muy castizo y tradicional, pero con grandes ansias de modernidad. Aquí el regaliz se ve por todas partes, no es raro ver a gente por la calle rechupeteando el último trocito de palo dulce.
Casera, ensaladilla y lassi; ya está aquí el verano
Voilà l’été.
El verano es la estación que menos me gusta, por el calor y el sol. Menos mal que las maneras de combatirlo son muy ricas, hasta el último sorbo de lassi con pimienta y hierbabuena.