Hay días raros en la vida.
Ayer estaba trabajando y buceé en el congelador para escarbarme algo que comer. Encontré un bote desconocido.
Resultó ser boloñesa congelada.
Por la tarde prosiguieron mis pesquisas en la nevera y, con asombro, encontré esto.
Nunca he entendido la obsesión por hacer cosas que no son lo que son, práctica habitual en la cocina moderrrrrna y en muchas elaboraciones para vegetarianos y productos con «finalidades especiales» (me hace gracia el nombre «alimento funcional»), como por ejemplo los productos para dietas de adelgazamiento. Conste que, hace más de 15 años, fui vegetariano. Pero ni siquiera entonces me seducía la idea de la soja texturizada (la idea de la soja en sí sigue sin seducirme), los filetes vegetales o las salchichas de mentira que intentan imitar a salchichas de Frankfurt. Me encanta probar cosas, todas, de hecho me encantan las guarradas (desde el comienzo de este blog, hace más de 6 años, hay una categoría llamada Guarradas, donde muestro mi veneración por lo que el amigo Robin Food ha elevado con el tiempo a la categoría sagrada de Guarrindongadas), pero, no sé, no le veo sentido a algunas cosas. Vaya, que estaban asquerosas.
Suerte que había chucrut casero y que al puré le puse cebolla de esa tostada tan cerdita.
Tampoco te preocupes mucho (bueno, ya he leído que nada). Yo creo que esas presencias del fondo de la nevera, embebidas en los hierros de las bandejas, graffitis criogenizados por la escarcha de la pared deben existir. Lo manda la selección natural y la teoría de la evolución. Rescatarlas, probarlas y sobrevivirlas es una prueba irrefutable de que Darwin no se equivocó.
Uf, me pasa lo mismo con los productos derivados de la soja: aparte de que nunca consiguen parecerse a lo que imitan, es que en sí el hecho en sí de querer imitar algo ya tiene poco sentido, sobre todo si por elección propia decides dejar de comer ciertas cosas. Yo también he tenido épocas de comer poca o ninguna carne, y la verdad es que no la echaba demasiado de menos ni intentaba sustituirla por imitaciones: un gazpacho, una tortilla de patatas o un potaje de garbanzos con espinacas son platos vegetarianos, y siempre van a ser mejores que una hamburguesa de seitán (puaj)…
Qué alegría da encontrar tesoros escondidos en el congelador :)
No me gustan las salchichas de tofu, ni las de queso… así que estas no quiero ni saber cómo estaban… bueno ya lo has dicho, asquerosas. Y eso que en general me van las guarrindongadas y no le ascos a casi nada ;-)
opino lo mismo que tú sobre el tofu, el seitán y demás cosita spara imitar lo que no son , como dice, epa! Volvamos a lo que te comías otros días, por favor.
Voto por la cebolla frita de esa de bote. Una guarrindongada que me ha dado por comer con casi todo, sobre todo en las ensaladas. Las salchichas, paso.
La verdad es que a veces se encuentra uno cada cosa en la nevera…
Eso sí, pedazo de guarnición!
Bs.
Asquerosas pero poliinsaturadas, jaja.
Pobre cebolla frita, con lo rica que está, no es tan cerdita. Hombreeee!