Chez mon père.
Picando algo, tarde, antes de coger la carretera y volver a Barcelona.
Mi padre sigue cortando las vainas en dos longitudinalmente, como en su día lo hacían mis dos abuelas. Quitando los hilos exteriores y cociéndolas después con patatas hasta que el verde pierde brillo y adquieren un leve tono amarillento. Pequeños y delgados pedacitos de vaina que se desmontan en dos mitades con facilidad al hincarles el diente. Una se desliza sobre la otra dada la viscosidad de la parte interior de la vaina. No es raro que escape alguna pequeña habita. Un poco de aceite y una puntas de paletilla que había por ahí.
Diré la palabra: atavismo.
Esto es de lo más rico que hay, con un huevo cocido en su punto, y un buen aceite de oliva, buf! lo cambio por muy pocas cosas.
yo también corto las vainas así…:) qué ricos los fréjoles, como los llaman aquí…el año pasado además, emboté el exceso que da la huerta y están buenísimos!!!! y no veas en pleno febrero abrir un bote de estos fréjoles tiernossss….uhmmm
Qué ricas!
Yo también las corto así y me encantan con su aceite y un poquito de vinagre, estupendas.
Nos transportas a los buenos sabores
Un saludo
Teresa
Sí, yo también las corto así (saben diferentes!), aunque es verdad que no las cuezo tanto como mi madre. Es curioso que cuando voy a su casa y cocino, me reseteo el cerebro y vuelvo a hacer todo a su estilo. Por cierto, que podría comer vainas todos los días de la semana…
vir: es verdad que saben diferenetes . amí me lo decía mi madre y me parecían manías de ella…pero, no! es cierto..tampoco yolo las cuezo tanto como ella…:)
mmmm paletilla….