Y sesos, manita, torrezno y más.
En Huesca, por la noche, ayer.
Hacía años que no tomaba madejas, un placer añorado; la chireta no la había probado, es tripa rellena de asadurillas y arroz (un cruce entre la morcilla y el haggis); el morro se te deshacía en la boca; y el torrezno era la locura, sobre todo la parte crujientita y su capa de grasa saladita.
Ai Señor que pecados!!! Justo hoy publico unas tapitas de la otra punta, pero estas tela…lo de la etiqueta de animal me ha llamado la atención :)). Pues nada, visita a Huesca que nos aputamos en la agenda.
Un beso
Ay, noooo, mueroooo! :)
Buen finde!
Mmmmmm, hace unos días te hablaba yo de la torteta de Barbastro… En Huesca ni la conocen, y está al lao!. Te la perdiste, es un producto curioso, te dejé un buen vínculo en tus bollitos de algarrobo
Tio, entoavía me tiemblan las piennas :D
Por Dior, pero qué barbaridad… ¿¿¿y el Ministerio de Sanidad no hace nada para prohibir semejantes manjares???
Es curioso, he estado en Huesca un par de veces y siempre me ha parecido la ciudad menos interesante del universo. Naturalmente, esto da un giro de 180º a mi percepción y pronto espero hacer una visitilla por ahí, «de camino» (es un decir) a los Pirineos.
Por cierto, Nacho me ha traído bull y mató de Barcelona y eso que al final no le pedí nada… ya se pueden tener amigos así, jejeje.
Las madejas, las madejas… Que maravilla!
Cuando vaya a Zaragoza la próxima vez me pondré fino.
Recuerdo ahora a mi tía Gloria hacerlas en su cocina recién traídas del matadero donde trabajaba mi abuelo.
Dioses del apocalipsis, que manjar!
la chireta no la he probado pero creo que se debe parecer a la Chirella, embutido autóctono de Los Pirineos leridanos, hechos de pulmón de cordero, arroz y no sé que más. Delicias!
Mònica, lo de «Animal» no sé por qué lo puse así…pero lleva ahí hace ya años :) cosas que me dan. Ah, Huesca es un paraíso por descubrir!!
Martolina, eso no sé si es de placer o de asco…que de todo hay.
Gusete, lo recuerdo, lo recuerdo (el comentario). No obstante, donde estuve sí que la conocían (el Valero, también conocido como «El pinchico Olé»), estaba allí, entre las mil millones de tentaciones de la barra. Pero había que concentrarse, no se puede ir a «setas y a Rolex». El tema longanizas-torteta-morcillas y el ajoarriero-bacalaos-boquerones los dejamos para la próxima excursión…no se pierdan los siguientes capítulos!!
Mundu, pues ojalá el ministerio no haga nada…porque como hagan algo…tendré que cargarme el ministerio (he dicho). Sobre Huesca (la ciudad), yo vuelvo de manera regular (no a menudo, pero siempre vuelvo), y es un lugar de especial cariño para mí (además, tengo «contactos», you know). Y sobre Huesca (la provincia) es un lugar cercano al paraíso, desde Almudévar a Ayerbe, o desde Monte Perdido a Ansó…pasando por el pueblo de Triste (el pueblo con el nombre más bello que hay)… ¡Qué bueno lo de Nacho!! Si o llego a saber te pongo una lista de 15 cosas ;) ¿Estaban buenas esas???
Sr Ternasco, manjar de dioses, ¡proclamo!! Por cierto, tu tía gloria no estará (súbitamente) soltera y con ganas «de casar» con un buen Bilbaino «en edad de merecer» ;) …digo, para que me haga unas madejicas. Y la chireta y la chirela, sí, por ahí deben de andar, parientes cercanas.
Hola
he vivido en Huesca cuatro años y creo haber reconocido en esa barra de bar azul celeste de los años 60 de las fotos los pinchos del Valero Pinchico Olé!
un poco grasientillos pero inevitable picar…
un saludo