Vamos, The sincretic box. Bueno, más concretamente The sincretic kutxa.
Siguen las mudanzas y voy recuperando poco a poco los objetos de mi cotidianidad londinense. Como mi caja sincrética. Es una lata con bonitos «motivos vascongados», con sus caseros, sus pescadores, su caserío, su chacolí y su cerdo esperando la matanza. Me hace gracia porque es casi una versión pop del ensimismamiento poético de una escena de Zubiaurre.
Pero esta caja tiene un secreto; es mi caja de especias (en su mayoría indias).
Aquí guardo mi cardamomo, mi fenugriego, mis semillas de mostaza, el sumak, la nigella, la canela de corteza india, y muchas más. Con ellas hago mis mezclas de curry y avivo cualquier plato.
Incluso de lejos, con la caja cerrada, puedes oler su contenido…casi puedes dejar volar la imaginación y ver a los personajes de esa estampa de tipismo bailando al ritmo hipnótico de la música hindú. Es mi caja sincrética.
Vaya tesoro Ibán…. ya la estoy oliendo desde aquí… debe ser un deleite para el olfato. Todavía estás por esas tierras vascas?
rosal, la mezcla de olores es bastante potente (y curiosa saliendo de esta caja). No, después de volver de Inglaterra he estado unos meses dando vueltas hasta llegar (y quedarme) en Barcelona este otoño :) y aquí me pienso quedar un rato!
Muy xula la caja. Yo también tengo unas cuantas del tipo. Las colecciono…
mudanzas, debido a tu actividad, imagino que tendrás muuuuuuchas cajas :)
Cuando vivía en Bcn, un amigo me regaló una caja de bombones ‘Vasquitos y Nesquitas’, imprescindible en toda casa de vascos que se precie (siempre hay que utilizarla como costurero, ojo).
;)
Hola Iban!
Justo ahora me doy cuenta en tu comentario que me redireccionabas hasta aqui! Que torpona…
Es una preciosa caja contadora de cosas! Y sí que tiene de Zubiaurre… Hasta en los cachetes colorados de los personajes…
A mi tambien se me ponen así con el txacolí, colorados y felices. Pasa tan facil que cuando me quiero dar cuenta…
ya estoy desafinando el «Lau Teilatu…» qué vieja cancion, no?
Un beso!
algunos olores no se olvidan, que envidia