Timbale de choucroute, palabras

El otro día, al abrir un viejo recetario al azar, encontré esto. En la página 933 de un libro publicado en 1907:

TimbaleChoucroute2

Las palabras. La capacidad evocadora de las palabras. Me quedo sin palabras ante estas palabras, juntas en esa página, esperándome todo ese tiempo.

El año pasado saqué un pequeño blog de palabras, «Menú del día», la idea era recopilar palabras, todas las palabras que caben en las pizarras que anuncian los menús del día. Comerse las palabras con la vista y dejar volar la imaginación, hacerse la boca agua con las palabras. Por mil asuntos (y a pesar de que mucha gente me mandó fotos de pizarras con palabras), aquello no salió adelante. Pero ahí quedan esas palabras. Las palabras no se agotan.

Esta entrada fue publicada en Tíoteorías. Ir al permalink. Publicar un comentario o dejar un trackback: URL del Trackback.

2 respuestas a “Timbale de choucroute, palabras”

  1. Lucía dice:

    … Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…. Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…

    Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo aglunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cunado van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las begbo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las de como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra…

    Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son atiquisimas y recientísimas…
    Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada.. Que buen idioma el mio, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo…

    Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras…

  2. darío dice:

    acabo de descubrirte y lo que acabo de leer es muy grande
    espero poder seguirte! (enhorabuena)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *